domingo, 21 de abril de 2024

CAUSAS PERDIDAS QUE GANAN BATALLAS

 

CAUSAS PERDIDAS QUE GANAN BATALLAS

En la foto un grupo de mujeres mayores baja las escaleras del Tribunal de Estrasburgo con grandes muestras de alegría. Gafas, cabellos blancos, bufandas al cuello con bandas alternas turquesa, morado, turquesa.  Son las Verein KlimaSeniorinnen (Asociación de mujeres mayores por el clima), un grupo de jubiladas que ha conseguido algo impensable: que el Tribunal Supremo de Derechos Humanos reconozca la vulneración por parte de su país, la muy civilizada Suiza, de su derecho a la salud por inacción a la hora de tomar medidas contra el cambio climático.

La dejación de deberes de Suiza se sustancia en que no se han cuantificado las emisiones de efecto invernadero y no se han cumplido los objetivos previos fijados para limitar esas emisiones. El Tribunal de Justicia declara que las autoridades suizas no actuaron de manera oportuna y adecuada, según la denuncia de las Verein KlimaSeniorien, quienes con esta hazaña llevan camino de convertirse en un icono de cabello blanco de la lucha contra el cambio climático.

Según sus propias palabras: "Las mujeres mayores nos vemos especialmente afectadas por los efectos del calentamiento global. El cambio climático, con el aumento de la frecuencia y la intensidad de las olas de calor, pone en peligro la vida de las personas mayores, especialmente de las mujeres. Tenemos experiencia personal de ello, y lo confirman numerosos estudios, así como cifras del Gobierno federal suizo. El riesgo de muerte y los problemas de salud durante las olas de calor aumentan considerablemente en comparación con el conjunto de la población". Y si en Suiza fallan a la hora de proteger a quienes sufren (especialmente si son mayores) los efectos del calor desbocado imaginen ustedes en Murcia… Curiosamente, esta sentencia está fundamentada en parte en la sentencia del Tribunal de Estrasburgo favorable a una mujer de Lorca, Gregoria López Ostra, quien denunció que las emisiones de una depuradora pública defectuosa cercana a su casa habían provocado la enfermedad de su hija.

Las Verein KlimaSeniorinen (unas 2.500) son un ejemplo de ecofeminismo, una corriente filosófica y social que une la lucha por la igualdad con la lucha por la defensa de la vida en el planeta y considera que el dominio del orden patriarcal es el causante de la explotación y opresión tanto de la mujer como de la naturaleza. Su lucha está cargada de generosidad porque saben que los logros que consigan no los disfrutarán ellas (la media de edad de la asociación es de 73 años) sino generaciones futuras.

Pero no son unas recién llegadas, muchas de ellas llevan toda una vida dedicada a la lucha ecologista. Son las que se manifestaban y emprendían acciones en los años 60, 70 y 80, cuando aún había margen de maniobra. Las que clamaban en el desierto. Aquellas cuyas acciones eran tildadas de exageradas, inconvenientes y hasta peligrosas. Incluso a lo largo este proceso se quejan de no haber sido tomadas en serio durante muchos años: “nos ridiculizaban, nos mandaban a tejer”. De hecho, su causa fue desestimada por todos los tribunales de su país antes de llegar a Estrasburgo.

La defensa del planeta es absolutamente imprescindible frente a un número incontable de amenazas que podrían convertir nuestro entorno en invivible. Pero el ecologismo ha sido para la opinión pública en gran medida como una especie de pepito grillo pelmazo, un profeta exasperante de catástrofes que (creíamos) no iban a suceder mañana. Acciones como esta contribuyen a la toma de conciencia de la ciudadanía sobre un tema que nos atañe de un modo tan urgente.

Hay una conclusión en el fallo del Tribunal que supone un punto de inflexión cara al futuro: la consideración de que la protección del clima es un derecho humano. Además, esta sentencia puede sentar precedente para futuras demandas ya que el fallo es vinculante y puede influir en la normativa de 46 países y territorios de Europa.

El cambio climático está en boca de todos porque el descontrol de las estaciones y la subida de las temperaturas es tan evidente que prácticamente ya solo la niegan los terraplanistas. Este tipo de denuncias ponen sobre la mesa que la alteración climática nos está afectando ya, que no debemos cerrar los ojos, que no podemos darle una patada hacia adelante, hacia la siguiente generación, que es ahora o nunca. Que nos van la salud y finalmente la vida en ello. Estas abuelas han ganado una batalla calibre David contra Goliat. Ojalá que cunda el ejemplo. Hay motivo para la esperanza.

 

 

 

 

 

MIEDO A LA IGUALDAD

 

MIEDO A LA IGUALDAD

Aeropuerto de Alicante, cola para la puerta de embarque. Alguien dice:

-          ¿Tú te atreverías a subir a un avión si sabes que el piloto es una mujer?

Se abre un espacio de silencio entre las tres personas que están teniendo esta conversación, imagino que alimentado por el irracional miedo a volar. Escucho esta conversación desde una distancia discreta con una intensa curiosidad por conocer las opiniones. La cola de embarque avanza despacio, dará tiempo.

-          Yo creo en la igualdad, pero es que a mi volar me da mucho miedo.

“Creo en la igualdad, pero…”, ese oxímoron. Creo en la igualdad, pero no creo en la igualdad. O no del todo. O va a días. O depende de si este avión que voy a coger con destino a Londres lo maneja un piloto o una pilota. Una segunda persona opina:

-          A mí también me da miedo, pero mucho miedo, ¿eh?; hasta tuve que hacer un cursillo para superarlo. Y a mí me da igual que pilote una mujer o un hombre. Yo lo único que pienso es que quien esté en la cabina tendrá tantas ganas de llegar a su casa de una pieza como yo. Y durante el viaje ni miro por la ventanilla ni me acuerdo de que voy en un avión.

De forma instintiva, si pensamos en personal relacionado con un vuelo aun se nos vienen a la imaginación pilotos al mando y azafatas a cargo del servicio y los cuidados. Y si bien es cierto que cada vez hay más hombres como personal de cabina, no podemos obviar que la profesión de azafata (como la de enfermera, por ejemplo) ha estado siempre fuertemente feminizada y que aún es difícil escapar a los estereotipos.

En cualquier caso, esta persona con más miedo a ponerse en manos de una mujer que miedo a volar tenía más posibilidades de que le tocara la lotería que una pilota: solo hay un 3% de mujeres en esta profesión. Y esto es así porque el prejuicio es un camino de ida y vuelta. El prejuicio que genera miedo a subirse a un avión pilotado por una mujer es el mismo que disuade a las mujeres de dedicarse a este trabajo. Una de las claves radica en que antes de extenderse al campo civil la aviación era únicamente militar, un ámbito resistente a la igualdad como pocos.

Ya en mi asiento descargo una noticia del periódico antes de poner el modo avión:

“Algunos pacientes tiene que cambiar el “chip”: las mujeres también somos capaces de operar”.  Son palabras de Mari Fe Candel, jefa de Cirugía General Reina Sofía de Murcia en una entrevista para el diario La Opinión.

Desde hace unos días Mari Fe Candel está al frente del Servicio de Cirugía General y Aparato Digestivo del hospital. Ella es la primera mujer al frente de este servicio en un hospital de la Región y explica que cuando empezó en la profesión había muy pocas mujeres. Los pacientes cuando la veían le preguntaban que cuando venía el médico o incluso ‘¿Me operará su padre, verdad?’.

El miedo es libre como un pájaro. Los prejuicios no lo son, están anclados a un determinado corpus ideológico. No es difícil rastrear el miedo a ponerse en manos de una mujer, basado en el prejuicio de que las mujeres somos seres poco racionales y/o poco hábiles para determinados trabajos. Lo origina el patriarcado, un sistema opresor que decide que el lugar natural de las mujeres es el hogar y la familia y que la toma de decisiones y la capacidad para liderar es solo cosa de hombres. Epítomes de esta descripción serían justamente las profesiones de piloto y de médico.

Sin embargo, son tareas que no demandan fuerza bruta, bien al contrario, lo que requieren sobre todo es concentración y trabajo en equipo y estas capacidades no son privativas ni de hombres ni de mujeres.

La resistencia a la igualdad se multiplica en varios frentes y se acantona en el lugar de nuestros miedos. Y es que hay algo que una parte de la población aún tiene alojado en el cerebro: hombres al mando, mujeres a cargo de los cuidados. Todo un clásico que se resiste a cambiar.

 

 

domingo, 10 de marzo de 2024

LA SENTENCIA DEL CASO ALVES

 

LA SENTENCIA DEL CASO ALVES

Hace no tantos años, trabajando en una fábrica de conservas supimos la noticia de la violación y asesinato de una chica joven en Ceutí. Después de violarla, la habían asesinado golpeándole la cabeza con una piedra; los detalles del crimen eran espeluznantes. Los comentarios de las mujeres en la cinta del tomate se resumen en esta frase, dicha por una de las de más antigüedad:

-          ¡Qué valiente ha sido, qué cara ha vendido su honra!

Esto sucedía en torno al año 85, anteayer como quien dice. No era la Edad Media. Pues bien, a mediados de los ochenta había que estar muerta para demostrar que no había habido consentimiento en el curso de una agresión sexual, para poner la honra por encima de la vida, porque la honra era lo que contaba. Es más, incluso en este caso tan flagrante, no faltaron los comentarios del tipo: había salido de un bar, iba por un descampado, llevaba minifalda, le gustaba salir… Ni muerta se libraba la víctima de una violación de ser juzgada.

Este juicio social previo con sentencia incluida pesaba en el ánimo de todas las mujeres a la hora de denunciar una agresión sexual. Cómo denunciar, cómo exponerse a esa revictimización. Si la violación había cursado sin violencia física, si la víctima había bebido, si había estado tonteando con él previamente, si tenía fama de ser aficionada a la fiesta, si llevaba minifalda, si la mujer incurría, en fin, en alguna de las infinitas categorías que la hacían sospechosa de aspirar a ser libre de la tutela masculina, entonces recaía sobre ella la responsabilidad de la violación, haciendo bueno eso de “es que van como van y pasa lo que pasa”. Y en este contexto, cómo olvidar al juez del caso de La Manada que vio jolgorio (sic) en el video de la violación. Qué es eso del consentimiento y a quién le importa.

Hemos tenido que llegar al año 2024 para ver una sentencia, la del caso Alves, que incluye los siguientes términos: “Ni que la denunciante haya bailado de manera insinuante o haya acercado sus nalgas al acusado, o que incluso haya podido abrazarse, puede hacernos suponer que prestaba su consentimiento a todo lo que posteriormente pudiera ocurrir”. El consentimiento es la clave, contenido en la ley del Solo sí es sí, tan injustamente denostada.

Uno de los testigos, que la vio entrar al baño declaró que ella “sabía a lo que iba”, queriendo decir literalmente que “ella se lo buscó”, pero el tribunal le refuta: “Saber a lo que se va puede referirse a seguir con el baile, e incluso a un acercamiento sexual, pero de ninguna manera se refiere a ser consciente de que la otra persona iba a penetrarla vaginalmente”.

El consentimiento, ese término que tanto hemos reclamado desde el feminismo, está en el centro de esta sentencia. El consentimiento y no la cantidad de heridas que se aporten ante el juez porque, como hemos visto en el primer párrafo, puedes estar muerta y seguir siendo culpable.

La víctima denunció a un deportista famoso, exponiéndose a todo un circo mediático, y el tribunal valora positivamente este paso: “No parece que ninguna ventaja obtuviera la denunciante denunciando los hechos, sino todo problemas, sin contar los que se derivan de la victimización secundaria”

A Dani Alves le han caído cuatro años y medio por la agresión, condena que está en la horquilla más baja de esta ley. La justicia restaurativa nos enseña que una sentencia más dura no equivale a una sentencia más justa. Nuestro sistema judicial está basado en el castigo al agresor y no, como debería, en la reparación a la víctima que es la gran olvidada del derecho penal y que percibe a la agredida como un mero medio de prueba para castigar al agresor. Tan poco piensa la justicia en la víctima que en una ocasión compensó económicamente a una mujer violada otorgándole el coche del agresor, coche en el que había tenido lugar la violación. 

La víctima de una agresión sexual en la mayoría de los casos busca solo dos cosas: una, ser creída (nuestro artículo de febrero de 2023: https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2023/02/02/caso-alves-quiere-creas-82318749.html) y dos, respuesta a la pregunta “por qué a mí”. Y si nuestra sociedad y nuestra justicia responden que la mujer se había buscado la agresión por ser demasiado libre, aunque el agresor sea sentenciado a cadena perpetua, la víctima no queda reparada. En este caso la abogada de la víctima ha declarado lo siguiente: “Mi clienta está satisfecha. Por fin la han creído”. Nada más que añadir.

 

https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2024/02/29/sentencia-caso-alves-98791913.html?utm_source=whatsapp&utm_medium=social&utm_campaign=btn-share

 

 

domingo, 11 de febrero de 2024

NEOPOPULISMOS

NEOPOPULISMOS

¿Cómo unir en una misma frase tauromaquia, crisis climática y odio a Sánchez? Pues sencillo porque si eres Ayuso no necesitas que tu discurso tenga coherencia. Y si lo que buscas es polémica porque te da sobrados réditos políticos, pues ya tenemos combo ganador. ¿Queréis un poquito de gresca y que suba mi popularidad? Sujetadme el cubata y dadme un micrófono: "tras cerrar una plaza de toros, le ha seguido la sequía, el control político y el adoctrinamiento". Esto es lo que ha dicho Isabel Díaz Ayuso sobre Cataluña. No sabemos por qué ni tampoco importa, pero de pronto cierre de plaza de toros y sequía son elementos causa-efecto. Como sacar a la Virgen para que llueva, pero al revés. Y como el retruécano le parece acertado, sigue: "No conozco un lugar donde la prosperidad ni la libertad se hayan abierto camino tras cerrarse una plaza de toros”. Pero qué tendrán que ver los huevos para comer trigo, señora. Pues nada, obviamente, pero ya está la polémica servida que es a lo que veníamos. Y continúa con su discurso: “Madrid ama a los toros”. Sí, los ama, pero los mata. Según ella, la tauromaquia es perseguida por intrínsecamente española, no por ser un espectáculo sangriento y lamentable que nos avergüenza como sociedad.

Ella es una kamikaze de la política, pero claro, si con cada burrada que dice le crecen los seguidores, para qué dejarlo. Debe ser como una droga.

Son de otro mundo, pero gobiernan en este. Personajes como Isabel Díaz Ayuso, como Trump, como Milei, a los que espantados vemos gesticular y disparatar en pantalla, emitir cuñadeces non-stop cuando no bulos o directamente mentiras, haciendo en ocasiones un uso espurio de la política, sin el más mínimo respeto no ya por los adversarios, ni siquiera por sus conciudadanos o incluso sus votantes, y que, sin embargo, arrastran a cientos de miles, a millones de seguidores. 

Como sabréis, ya tenemos a Trump en el disparadero para ocupar otra vez la Casa Blanca, la misma Casa Blanca allanada de la forma más salvaje por sus seguidores, alentados en la distancia por él mismo. Y está de vuelta por méritos propios en parte y en parte por incomparecencia del contrario, porque Biden es como un muñeco grande al que se le está gastando la pila: da hasta penita. Con un contrincante así, Trump puede ganar sin bajarse del autobús. Y si solo fuera eso… con cada imputación por sus desmanes crece en popularidad.

Milei y su motosierra desembarcaron en la Casa Rosada recientemente. Una sociedad que elige a un candidato que promete despedazar el sistema y lo ilustra arrancando con furia una motosierra (y no una metafórica, no: una de verdad) es una sociedad que se autolesiona. La motosierra ha incendiado las calles…ahora. Argentinos y argentinas de mi corazón, las manifestaciones están bien, pero esto había que haberlo parado en las urnas. Ahora toca echarse a la trinchera. Pueden ser cuatro años de barro y pan duro. Y después, ya veremos.

Llegados a este punto siempre recuerdo la frase de Facundo Cabral: “me dan miedo los idiotas porque son muchos y pueden elegir un presidente”. O una presidenta. 

Pero no es solo eso, las explicaciones suelen ser una combinación de causas. Cada crisis genera una mutación. Estos fenómenos pura y estrictamente populistas e involucionistas que nos ofrece la política actual no son nuevos (no hay más que recordar nefandas figuras del primer cuarto del siglo XX), aunque se hayan multiplicado en la última década, aunque nos lleguen en forma de pastillas pseudo informativas a través de redes, aunque vengan envueltos en todos los oropeles de la actualidad, son más antiguos que el hilo negro, igual que sus propuestas: tradición y mano dura, mercado y represión, pan y circo.  Son producto de la época que nos han tocado vivir, tan incierta, tan barroca, tan cargada de amenazas: peak oil, cambio climático, pandemias, crisis, guerras, calentamiento global, agotamiento de recursos. Son tiempos extremos y los seres humanos se entregan a propuestas extremas. Porque la frase de Facundo Cabral es graciosa, pero aquí no hay idiotas, aquí lo que hay es una mezcla de ignorancia infoxicada, descreimiento de la democracia y en muchos casos desesperación para las que los partidos y los políticos al uso no han sabido ofrecer respuestas. Y esa es la verdadera tragedia.

https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2024/02/10/neopopulismos-97976462.html


viernes, 9 de febrero de 2024

EUROWASHING

EUROWASHING

En 2.022, tras la invasión de Ucrania, Rusia fue automáticamente vetada de Eurovisión. Bien hecho por parte de los organizadores. No solo eso, ese año Ucrania ganó Eurovisión con la canción “Estefanía”, aunque había mejores propuestas. Bien hecho por parte de la ciudadanía europea, bien por mostrar solidaridad con el país atacado, bien por dedicarles esa forma de ternura.

Sin embargo, el ataque de Israel ha provocado en Gaza ya casi treinta mil muertos, en su inmensa mayoría civiles, una gran parte niños y niñas. Los objetivos de Israel suelen ser campos de refugiados, escuelas, hospitales, pasando por encima de cualquier convención internacional y con un total desprecio por la vida humana. Pero Israel no ha sido vetado en Eurovisión. Bien al contrario: se le va a brindar al país agresor un bonito eurowashing. Pero no hay canciones suficientes para blanquear tanta crueldad.

La comparación con Ucrania es un agravio que demuestra una indiferencia aterradora hacia Gaza.

Por eso me da igual la canción española que va este año al festival, polémica incluida: no pienso verlo. Me parece una absoluta vergüenza europea.


DEMASIADOS HOMBRES ENFADADOS

DEMASIADOS HOMBRES ENFADADOS

El lunes 15 de enero se publicó una encuesta sobre la percepción de la igualdad en la población realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Esta encuesta señala que hay un 44% de hombres que creen que hemos ido demasiado lejos con eso de la igualdad, que dónde vamos a ir a parar, que ahora los discriminados son ellos. A pesar de las cifras, de las evidencias, de la carga femenina en los cuidados, de la dificultad de las mujeres para conciliar vida profesional y familiar, de los techos de cristal, de las brechas salariales, de los feminicidios, de las agresiones sexuales, a pesar de todo ello, hay demasiados hombres que creen que los discriminados por el avance de la igualdad, impulsado por el feminismo, ahora son ellos. Creen que se ha generado un desequilibrio a favor de las mujeres, aún peor, en contra de los hombres. Les da vértigo el avance y es normal viniendo de donde veníamos. Partimos de una desproporción enorme donde una mujer ni siquiera podía abrir una cuenta sin permiso del marido, por ejemplo. El feminismo ve el camino por recorrer y opina que los avances son aún insuficientes, el machismo ve el camino recorrido y opina que los avances son excesivos.

Pero ese porcentaje no es neutro (nada lo es) ya que tiene un pronunciado sesgo político: los hombres que sostienen que están siendo perjudicados por las políticas de igualdad son en un 86% votantes de Vox el 23J y en un 66% votantes del PP. Esas cifras caen entre los votantes del Psoe (22%) y de Sumar (9,5%). La derecha y la ultraderecha generan un discurso antifeminista, fake news incluidas, que hace que las cifras de cabreo mayúsculo expresadas por la encuesta estén de sobra justificadas. 

El patriarcado es un sistema que favorece a los hombres y oprime a las mujeres, como bien sabemos. En este sistema las mujeres no ostentan el poder, pero sí que pueden tener la potestad de ser sus guardianas. Como vimos en nuestro artículo de enero, “Navidad y tradwives”, a veces no son solo las guardianas de ese poder: algunas mujeres pueden devenir también en sus instigadoras y en las defensoras de su pervivencia. No hay más que oír a Ayuso opinando sobre esta encuesta: “Su forma de ver la vida propia de malcriadas que aspiran a llegar solas y borrachas...”. 

Con esto queremos decir que el machismo no es privativo de los hombres, que es un sistema ampliamente transversal y asumido por hombres y mujeres y que, del mismo modo que ser blanco no te convierte en racista, ser hombre no te convierte en machista. Lo que te convierte en machista es la asunción y el disfrute de todo un sistema de privilegios establecidos por el patriarcado para los hombres, lo que te convierte en machista es hacer campaña para que ese sistema permanezca ad eternum porque es bueno para ti. También aquellos que simplemente se dejan mimar por este sistema porque, como dice la canción de Sandro Giacobbe “la vida es así, no la he inventado yo” deberían hacérselo mirar un poquito.

Pero lo que nos parece más preocupante en esta encuesta es la franja de edad que expresa este sentimiento en un mayor porcentaje: 16-24 años. Quizás les hemos dejado cargar con la sensación de que nacer hombre equivale a ser un opresor, cuando no es así. No podemos ignorar ni minusvalorar ese dato porque ese sentimiento es real y el sentimiento en política se expresa en votos.

Creemos que hay entre los jóvenes un cúmulo de ansiedad y confusión: la masculinidad tradicional está en crisis. Ya no saben cómo ser hombres y los discursos que les llegan desde la derecha y ultraderecha les dejan una vía fácil y expeditiva: el retorno a una identidad masculina rígida, una vuelta al rancio patriarcado donde todo es fácil y cómodo para ellos. 

En esta encuesta el 81,2% de las mujeres y el 74,2% de los hombres asegura que la igualdad no se logrará “a menos que los hombres también luchen por los derechos de las mujeres”, algo que nos parece sumamente revelador. La igualdad es una lucha de hombres y mujeres, no de mujeres contras hombres.

Quizás debemos aceptar que el feminismo no ha generado aún un discurso dirigido a los chicos para decirles que ser hombre no es lo mismo que ser machista. Y es necesario porque necesitamos aliados del feminismo, aliados que comprendan que el feminismo no favorece a las mujeres y perjudica a los hombres, que el feminismo nos hace iguales a todos y hace mejor y más humana la sociedad en la que vivimos.


https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2024/02/01/hombres-enfadados-97587768.html



NAVIDAD Y TRADWIVES

NAVIDAD Y TRADWIVES


    Ahora que se ha acabado la Navidad tenemos reciente la constatación de que toda esa logística de la celebración, con su pesada carga de limpieza, decoración, cocinado, servicios de mesa interminables, atención a invitados, compra de regalos, etc, etc, etc, recae mayoritariamente sobre los hombros de las mujeres y sobre todo de las madres. Cargan con el trabajo y/o con el sentimiento de culpa asociado a esta tarea en caso de que no consigan o no quieran sostener ellas solas este edificio descomunal. Solamente el volumen de trabajo y estrés que genera una Navidad merecería una revolución feminista. 


  Sin embargo, hay un colectivo de mujeres que ha decidido que su vida toda sea una Navidad de 365 días al año. Son las tradwives. Observamos una foto reciente de una revista que parece una recreación de una imagen de los años cincuenta: una señora joven con peinado de peluquería, delantal con volantes en las hombreras y zapatos de tacón sirve un cóctel en una bandeja a un señor, muy joven también, que mira su IPhone sentado en una cómoda butaca en un salón profusamente decorado con flores, alfombras, cuadros. Es una escena doméstica real. Ella no tendrá ni treinta años. Es una tradwife contracción de traditional wife (en plural wives) término inglés que significa esposa tradicional.

Una mujer que ha decidido dedicar su vida al cuidado de su marido y de sus hijos al más puro estilo decimonónico, como si hubiera extraído las pautas de comportamiento del manual de la perfecta casada de la Sección Femenina de Falange.


  Así es como algunas mujeres huyen de la inquietud que genera un mundo cambiante y en permanente zozobra, del estrés que supone la autonomía, refugiándose en la tradición más involucionista, renunciando a derechos, rechazando la igualdad entre hombres y mujeres, encerrándose en vida y entregándose a una ficción de matrimonio perfecto como si fueran las protagonistas de una película de Doris Day. Han estudiado, tienen conexión a Internet, redes sociales, Iphone, tablet, son jóvenes, guapas, sanas, con buena posición económica, y han decidido que su vida se parezca a la de sus abuelas y bisabuelas. 


  Su único objetivo en la vida es pescar un buen marido, darle muchos hijos y permanecer hasta la muerte al servicio de los suyos. No hace falta decirlo, pero evidentemente el marido es el cabeza de familia y quien toma las decisiones de la vida en común. Son encantadoras y abnegadas y todas tienen cuenta en Facebook, Instagram, Tiktok, desde donde nos muestran sus casas perfectas, sus peinados perfectos y nos dan consejos de cómo hacer un buen pastel para hacer feliz a nuestro marido y de cómo mantenernos en el peso ideal para que él no mire a otras. Si esto ocurriera sería todo culpa nuestra por no ser lo suficientemente bellas y sumisas. Pretenden ser solo unas adorables cabecitas huecas que se limitan a ocuparse de sus casas, pero nada más lejos de la realidad porque este modelo contiene una profunda carga política: son convencidamente machistas, por supuesto son clasistas y para que no falte de nada a este maravilloso cóctel son también supremacistas. Desprecian a las mujeres que no tienen marido y a aquellas que no pueden o no quieren tener hijos. Se forman en libros tales como The Proper Care and Feeding of Husbands (El cuidado y la alimentación adecuados para esposos, Harper Perennial, 2006), de Laura Schelessinger.


  Son la pareja perfecta del nuevo rey de la casa, ese hombre que se resiste a perder los privilegios que le proporciona el patriarcado y que el feminismo ha venido a cuestionar. En estos tiempos de incertidumbre ella y él se aferran a modelos ya superados pero que les proporcionan seguridad y refugio. Ellas cultivan un apego ansioso a marido e hijos digno de estudio psiquiátrico. Se corresponden bien con el modelo de mujer que aparece en el relato de Gabriel García Márquez: “Las esposas felices se suicidan a las seis”.


  Como dijimos antes, su vida es una Navidad permanente, ese periodo de felicidad impostada y obligatoria; una Navidad con armas, claro, porque ellas son la escuadra femenina de Trump. Es un modelo que se extiende como la pólvora por EEUU y que también ha llegado a nuestro país auspiciado por el auge de los partidos de ultraderecha. Las podemos encontrar en redes bajo hashtags como #tradwife, #esposasumisa o #mujersumisa.


  Han rechazado la igualdad de género y han renunciado a numerosos derechos conseguidos gracias a la lucha feminista. Allá ellas, si no fuera porque pretenden que todas renunciemos. Porque según estas mujeres, feroces activistas contra el feminismo que conciben como el mayor de los males sobre la Tierra, todas deberíamos volver a recluirnos en el hogar de donde nunca tendríamos que haber salido.

https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2024/01/11/navidad-tradwives-96750133.html